Del 30 de noviembre al 11 de diciembre se ha celebrado en París la COP21, la vigesimoprimera conferencia sobre el cambio climático. Uno de sus objetivos era llegar a acuerdos entre los países participantes, que permitieran limitar el calentamiento global a un nivel por debajo de los 2 ºC.

Cuando nos planteamos la contribución del hombre al cambio climático, y en concreto en las emisiones de gases efecto invernadero, pensamos en las grandes empresas eléctricas,  la producción de energía o en las emisiones producidas por el transporte, pero nuestra dieta y el modo en que consumimos nuestros alimentos tienen un papel relevante en la contribución al cambio climático.

Los sistemas alimentarios a nivel mundial son responsables de hasta el 30% de todas las emisiones de gases efecto invernadero.  Por otro lado, para el 2050 se prevé un crecimiento de la población que hará necesario un aumento de producción agrícola y que supondrá por tanto, una mayor presión sobre los recursos naturales. Debemos encontrar la manera de alimentarnos de un modo más sostenible, buscando dietas más saludables y respetuosas con la naturaleza.

Recientemente Chatham House (Instituto Real de Asuntos Internacionales), organización no gubernamental sin ánimo de lucro que trabaja para construir un mundo sostenible, ha publicado un informe en el que concluye que es necesario un cambio de dieta para reducir el calentamiento global.

En este informe, se concluye que las dietas excesivamente carnívoras que mantenemos contribuyen directamente al calentamiento del planeta ya que el sector ganadero es responsable de un 15% de las emisiones de gases efecto invernadero. La carne es el alimento menos eficiente que existe para alimentar al planeta, por la cantidad de terreno cultivable que se dedica, la limitación del mismo a otros cultivos, y el enorme gasto de agua que supone por kilo de carne producida.

Reducir el consumo de carne podría reducir un 25% las emisiones de gases, y el cambio a dietas mediterráneas, basadas en pescado o vegetarianas supondría una reducción considerable en estas emisiones.

Según Gidon Eshel, la carne de ternera utiliza 28 veces más tierra y 11 veces más agua que la producción de pollo o cerdo. Y comparado con la producción de patatas o arroz, el impacto de la ternera por caloría, utiliza 160 veces más cantidad de tierra, además de las mayores emisiones de gases de efecto invernadero.

David Tilman, ecólogo de la Universidad de Minnesota, afirma que “las emisiones globales de gas de efecto invernadero se reducirían en una cantidad equivalente a las emisiones actuales de todos los coches, camiones, trenes, barcos y aviones. Además, este cambio en la dieta podría evitar la destrucción de bosques tropicales y sabanas de un tamaño equivalente a la mitad de los EE UU”.

Debemos ser conscientes de la repercusión que tienen nuestras acciones diarias en la emisión de gases, para tomar decisiones respetuosas y sostenibles con el medio ambiente. Las elecciones a la hora de realizar la cesta de la compra van a ser a partir de ahora esenciales, si queremos un planeta sostenible para todos, que alimente a toda la población (actualmente, en torno a 900 millones de personas pasan hambre a diario) y respete a todos los organismos vivos.

La mayor parte de los consumidores piensan que el mayor efecto contaminante de los alimentos son los envases y no el propio alimento. A partir de ahora, van a ser necesarias campañas internacionales de concienciación que informen a los consumidores de la influencia de la dieta sobre el medio ambiente.

Debemos caminar hacia sistemas alimentarios más sostenibles, con menor impacto sobre el medio ambiente, adquiriendo además patrones de dietas más saludables, que prevengan enfermedades como la diabetes tipo II, la obesidad, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares asociadas a la dieta.

Teba Torres Zapata
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