¿Desagregación de consumos? ¿Por qué? Para no caer en el lado oscuro

Dentro del mundo de la gestión, el aforismo “lo que no se mide no se puede mejorar” es frecuentemente atribuido al filósofo austriaco del siglo XX Peter Drucker, considerado el mayor filósofo de la administración (también conocida como management) de la centuria.

Cualquiera con unos conocimientos mínimos de gestión de calidad habrá oído hablar del “Ciclo de Deming” o también llamado “Ciclo PDCA de Mejora Continua”. Así, la medición es imprescindible en la gestión, forma parte del proceso administrativo y es fundamental en la aplicación del ciclo PDCA de mejora continua.

Sin embargo, todos los físicos sabemos que el verdadero origen de dicha frase no está en la gestión empresarial sino en la termodinámica experimental. Fue el matemático y físico británico del siglo XIX William Thomson Kelvin (Lord Kelvin) quien la enunció de la siguiente forma: “Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.” Por cierto, William Thomson Kelvin se convirtió en Lord Kelvin – y con ello, en el primer científico británico en ser admitido en la Cámara de los Lores–, como reconocimiento a su trabajo en termodinámica y electricidad. Fue enterrado en la Abadía de Westminster, al lado de Isaac Newton.

Una vez defendido el honor de la física frente al management, la idea de medir para mejorar sigue siendo una de las reglas básicas más importantes del green manufacturing.

Uno de los problemas encontrados en el proyecto REEMAIN al iniciar el proceso de mejora de la eficiencia energética de un proceso productivo, fue la agregación de consumos energéticos. Es decir, no se conoce de forma precisa el consumo energético individual de las principales máquinas o etapas del proceso productivo. Sólo se conoce el consumo energético total de la fábrica.

En el mejor de los casos, cuando se trate de grandes fábricas constructivamente organizadas en talleres interconectados, se dispondrá de los consumos energéticos totalizados por meses de los distintos talleres. Esto se debe a que la fábrica habrá instalado contadores de electricidad, gas e incluso energía térmica o aire comprimido en los puntos de conexión de dichos talleres a las redes generales de distribución energética de la fábrica. Sin embargo, este “esfuerzo” –inversión económica– en medidores de energía no tiene nada que ver con la preocupación por la eficiencia energética, sino con evitar discusiones en el reparto de gastos generales correspondientes a suministros energéticos y servicios auxiliares entre los distintos talleres o departamentos.

Los gastos generales han de ser siempre repartidos y, puesto que desde el punto de vista contable la fábrica (o empresa) es un sistema cerrado, los distintos departamentos o talleres intentarán que se use aquel criterio que les beneficia a ellos –obviamente a costa de perjudicar a los otros–. Por ejemplo, los costes de electricidad o gas natural son a veces distribuidos entre los distintos departamentos en función del número de trabajadores, los metros cúbicos del taller, las unidades producidas, las horas trabajadas, la potencia nominal de las instalaciones o incluso una mezcla ponderada de todos los parámetros anteriores. Como se puede imaginar, si los costes energéticos totales alcanzan cifras de magnitud de seis ceros, modificar las ponderaciones hacia un criterio u otro puede suponer cientos de miles de euros sumados o restados en los balances económicos correspondientes.

En cualquier caso, o bien dentro del taller o en la fábrica globalmente, el reto consiste en determinar (mediante la monitorización y registro temporal detallado) las contribuciones de las distintas líneas, máquinas o sistemas al consumo energético de la fábrica. ¿Y por qué es útil? Pues es útil por muchos motivos, que contaremos en la próxima entrada. Pero en términos generales y, parafraseando al maestro Yoda, podríamos decir (ahora que se cumplen 40 años de su estreno), que “la agregación de consumos es el camino hacia el lado oscuro (de la ineficiencia energética). La agregación lleva al desconocimiento, el desconocimiento lleva al descontrol, el descontrol lleva la imposibilidad de mejora”.

Continuará…

Francisco Morentin
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