Hace unos días, en París, en el marco del 3º Congreso de Energía y Conocimiento del Medioambiente, E2KW 2016, celebramos el evento final de nuestro proyecto europeo LIFE DIOXDETECTOR, cuyo principal objetivo ha sido la aplicación de una nueva técnica analítica para la cuantificación de dioxinas y furanos.

¿Qué son estos compuestos?  Las dioxinas y furanos son compuestos que forman parte de un grupo de productos químicos peligrosos llamado Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs). Cuando escuchamos la palabra “dioxinas” suele crearse una cierta alarma (y no es para menos) ya que son compuestos “preocupantes” por su elevado potencial tóxico así como su persistencia en los organismos (entre los 7 y 10 años).

Grandes catástrofes como el grave accidente ocurrido en 1976 en una fábrica de productos químicos en Seveso (Italia), las altas concentraciones de dioxinas que se encontraron en aves de corral y huevos procedentes de Bélgica en 1999 o la retirada del mercado de toneladas de carne de cerdo y productos porcinos a finales de 2008 en Irlanda, ya que se detectaron cantidades de dioxinas 200 veces por encima del límite de inocuidad prescrito, entre otros, han servido para estudiar los efectos que a largo plazo las dioxinas y furanos causan sobre la salud y medioambiente.

¿Dónde se producen? Sus fuentes de emisión son, principalmente, la incineración de residuos sólidos, procesos industriales (papeleras, fundiciones, etc.) y tráfico rodado, aunque también se pueden generar de modo natural (incendios forestales). De todas estas fuentes, las incineradoras de residuos sólidos constituyen la fuente más importante por ello están expresamente reguladas por la Directiva europea para los residuos peligrosos 2000/76, traspuesta en la legislación española en el RD 653/2003, estableciéndose el valor límite de sus emisiones totales en 0,1 ng/Nm3.

Esto no implica que el problema de las dioxinas y furanos no nos pueda afectar si no vivimos cerca de una incineradora, ya que, debido a la presencia generalizada de estos compuestos, todas las personas tienen antecedentes de exposición que no repercuten en la salud humana.

¿Pero cómo nos afectan? En el ser humano, estos compuestos pueden provocar problemas de reproducción y desarrollo, afectar el sistema inmunitario, interferir con hormonas y de este modo, causar cáncer.

En el medio ambiente, los estudios muestran que el suelo y la vegetación cercanos a las incineradoras pueden llegar a contaminarse por la liberación de dioxinas y metales pesados, a niveles por encima de las concentraciones de fondo normales.

Entonces ¿qué podemos hacer? El análisis de este tipo de compuestos es uno de los más complicados que existen.

Sin lugar a dudas, las medidas más eficaces para evitar o reducir la exposición humana a estos compuestos son las que se adoptan en la raíz, es decir, en las propias fuentes de emisión, con controles más rigurosos de los procesos industriales para minimizar su formación.

Pero es necesario ir más allá, ya que la elevada toxicidad de estos compuestos a concentraciones muy bajas hace necesario el desarrollo de técnicas de análisis altamente sensibles, como la tecnología propuesta en LIFE DIOXDETECTOR.

El resultado final ha sido muy esperanzador. La tecnología desarrollada presenta características muy interesantes:

  • Es capaz de detectar concentraciones de estos compuestos por debajo del nivel de partes por cuatrillón (ppq)
  • Presenta tiempos de análisis más bajos (tiempos de filtrado de milisegundos frente a los minutos que tardan las columnas cromatográficas)
  • No se requieren largos periodos de tiempo para que la cantidad a detectar sea apreciable y
  • El coste del análisis es considerablemente más barato

Está claro que una mejora en la calidad del aire es una mejora en nuestra calidad de vida. Sólo hay que echar un vistazo a noticias como: “Madrid supera los límites de dióxido de nitrógeno y activa la fase 2 del protocolo de anti polución del Ayuntamiento” o “La mala calidad del aire de Avilés obliga a decretar la prealerta por contaminación”, entre otras, para darse cuenta de las consecuencias que conlleva una mala calidad del aire en nuestro día a día. Merece la pena, sin duda, invertir esfuerzos en ello.

Marta Gómez
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