¿Suelos naturales o tecnosuelos?

¿Suelos naturales o tecnosuelos?

Los suelos artificiales, denominados también tecnosuelos, tecnosoles o tecnosoil son suelos elaborados a base de mezclas de diferentes residuos no peligrosos y subproductos. Estos tecnosuelos habitualmente son complementados con otras materias primas para su aplicación, tanto en la mejora de suelos agrícolas, como en la restauración de zonas degradadas.

Las principales aplicaciones de los tecnosuelos son: enmienda para los suelos agrícolas, material para la recuperación de suelos y aguas degradados y/o contaminados, cubrición de escombreras, empleo en zonas afectadas por obras urbanas e infraestructuras (rotondas, bordes de los viales y zonas ajardinadas no recreativas), material para recuperación de minas y canteras o suelos degradados por erosión, incendio o pérdida de la capacidad productiva.

La elaboración de las mezclas para conseguirlos tiene una doble finalidad: por un lado, se valorizan residuos, minimizando los potenciales impactos ambientales derivados de una mala gestión de los mismos, y por otro lado, se recuperan suelos degradados sin costes excesivos.

La idea es aprovechar todos los recursos disponibles en el mercado para valorizarlos y transformarlos en las mejores enmiendas, abonos y tecnosuelos, imprescindibles para la óptima gestión de los suelos agrícolas o para la correcta restauración de suelos y espacios ambientalmente degradados. De esta forma además se genera riqueza y se consigue evitar la eliminación innecesaria de múltiples residuos y productos actualmente  infrautilizados, aptos para su reincorporación a un nuevo ciclo de vida útil, manteniendo un modelo ambiental y económicamente sostenible que además favorece la lucha contra el cambio climático.

En CARTIF tenemos una interesante línea de investigación en suelos y sustratos, en la que actualmente tenemos varios proyectos en marcha. Uno de los más interesantes es el SUSTRATEC, un proyecto colaborativo en el que estamos buscando nuevos sustratos tecnológicos que van a tener una capacidad auto-fertilizante, así como de captación de contaminantes atmosféricos. Se trata de crear «suelos a la carta» y enmendar los suelos agrícolas atendiendo a las diferentes problemáticas.

En este proyecto, los tecnosuelos se van a obtener a partir de lodos de estaciones depuradoras (industrial y agroalimentarias) que se van a complementar con otras materias primas como espumas de azucarera, cáscara de mejillón, residuos de café y de poda, además de otros aditivos.

Uno de los principales elementos innovadores será la inclusión de bacterias encapsuladas por sus efectos beneficiosos en el terreno: mejora de la fertilidad debido a su capacidad para fijar nitrógeno.

En definitiva, pensamos que la producción y uso de suelos artificiales será cada vez mayor en zonas eminentemente agrícolas y también en zonas ajardinadas de ciudades porque fijan contaminantes atmosféricos y contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Otro paso más hacia un medio ambiente más limpio y saludable para todos.

¿Brindamos con cava?

¿Brindamos con cava?

Durante estas fechas navideñas es aún más frecuente brindar. Lo habitual es hacerlo con una bebida espumosa, aunque a veces no sabemos diferenciar bien una de otra, ya que pueden confundirnos los términos vino espumoso, cava y champán.

El cava y el champán son dos tipos de vino espumoso que se elaboran de la misma forma, mediante el méthode champenoise, con variedades de uva similares. El primero se elabora en España y el segundo, en Francia. El cava surgió a finales del siglo XIX mientras que el champán data del siglo XVII. Teniendo en cuenta además que el clima y el suelo influyen en la calidad de la uva, es muy difícil compararlos, aun teniendo en cuenta que el método utilizado para su elaboración sea el mismo.

A la bebida francesa con burbujas se la conocía en sus inicios como “champán o champaña”, en honor al método champenoise, pero cuando España entró en la UE, nuestros vecinos franceses reclamaron su derecho en exclusividad, con lo cual España no podía elaborar este espumoso y llamarlo también champagne, ya que solo era válido para espumosos elaborados en la región de la Champagne. Así que, se decidió rebautizar a esta DO española como “DO Cava” haciendo honor a las bodegas subterráneas o cavas, donde se elaboran estos espumosos.

Otra diferencia entre ambas bebidas es que, para embotellar champán, pueden mezclarse uvas de vendimias diferentes. De esta forma se puede compensar la calidad de las uvas. Cuando se hace solo con una vendimia se denomina “millesime” o “vintage”. Por el contrario, en el cava lo típico es embotellar vinos de una sola vendimia.

Una vez explicados los términos, vamos a centrarnos en la DO Cava, la española. Normalmente las DO hacen referencia a una región en particular -DO Ribera del Duero-, incluso en productos que no son vinos, como Aceites Sierra de Cazorla, Peras de Rincón de Soto, Queso Cabrales, etc. La DO Cava es la única denominación de origen española que antepone el método de vinificación (el tradicional champanoise o segunda fermentación en botella) a su origen geográfico. Eso sí, no es posible etiquetar un espumoso español con la palabra “cava” si no está producido en las zonas o bodegas oficialmente reconocidas.

En el caso del vino, la denominación “cava” es la única denominación de origen española supraterritorial, junto con Rioja. Esto quiere decir que supera las fronteras autonómicas: aunque más del 98% de la producción total de cava procede de Cataluña, también existen zonas de producción en municipios de otras regiones.

El Reglamento de la Denominación Cava y de su Consejo Regulador fue aprobado por Orden de 14.11.91 (BOE 20.11.91) y modificado mediante diferentes Órdenes. Anteriormente a este Reglamento, el 27 de febrero de 1986, se publicó la Orden por la cual se establecía la reserva de la Denominación “Cava” para los vinos espumosos de calidad elaborados por el método tradicional en la región que allí se determinaba.  Pero existían una serie de bodegas elaboradoras que ya efectuaban la elaboración de vino base y/o cava con anterioridad a la entrada en vigor de la Orden de 1986. Por eso, dentro del Pliego de Condiciones del Reglamento, existen una serie de excepciones que autorizan que ciertas bodegas puedan utilizar el término “DO Cava” aunque se produzcan en municipios que no están entre los 159 que se citan en el Reglamento.

Entre las bodegas que se citan como excepciones, hay una en Zaragoza, una en Girona, una en Valencia y una en Barcelona (provincias incluidas en la Región del Cava), pero existe una bodega en la provincia de Burgos, concretamente en Aranda de Duero que, aunque no está incluida en la región del Cava, puede elaborar espumosos etiquetándolos como DO Cava. Curioso, ¿no?

Coberturas vegetales, ¿sí o no?

Coberturas vegetales, ¿sí o no?

Seguro que alguna vez, sobre todo en los pueblos, hemos escuchado a algún agricultor pronunciar una frase parecida a ésta: “Este año el trigo está creciendo mucho debido a las lluvias; lástima que van a salir muchas malas hierbas, tendré que echar herbicidas”. Ante este comentario se podría abrir una larga discusión.

Está claro que las malas hierbas son un problema, pero existen otras formas para que no invadan los cultivos, sin necesidad de recurrir a los herbicidas. No hay que dejarlas crecer de forma invasiva pero tampoco es bueno erradicarlas por completo ya que tienen otros efectos beneficiosos: ayudan a controlar las plagas y favorecen la presencia de polinizadores en el campo.

Entonces ¿en qué quedamos? ¿Hay que dejarlas o no? Pues existen otras soluciones, como dejar márgenes entre cultivos e introducir plantas aromáticas o árboles frutales que eviten la aparición de las malas hierbas en esos márgenes, al igual que antiguamente se intercalaban campos de cereal con huertos e incluso con frutales. Es lo que se llama crear coberturas vegetales.

¿En qué consisten las coberturas o cubiertas vegetales?

Se trata de sembrar entre las calles o líneas de los cultivos alguna especie cultivable, o bien dejar crecer la vegetación natural de forma espontánea. Las coberturas vegetales se utilizan como estrategia para el manejo del suelo, ya que reducen el riesgo de erosión, además de aumentar la biodiversidad de los enemigos naturales de las plagas habituales de los cultivos.

Las coberturas compiten con las malezas por espacio, luz y nutrientes y por lo tanto ayudan a reducir los costes de control de malas hierbas, suponiendo esto una ventaja para el agricultor. Otros cultivos de cobertura producen sustancias alelopáticas (compuestos bioquímicos que influyen en el crecimiento, supervivencia o reproducción de otros organismos) que inhiben el crecimiento de ciertas malas hierbas y, en general, las coberturas vegetales, al igual que los setos, son una reserva donde viven organismos beneficiosos que pueden pasar al cultivo en busca de sus presas (las plagas).

¿Se utiliza mucho las coberturas vegetales?

Pues sí. Sobre todo, en agricultura ecológica. La Agricultura Ecológica, regulada por el REGLAMENTO (CE) Nº 834/2007 DEL CONSEJO de 28 de junio de 2007, prohíbe el uso de plaguicidas y fertilizantes de origen químico de síntesis. Por tanto, en la producción ecológica se desarrollan diferentes estrategias de manejo para cumplir con la normativa. Una de ellas es el incremento de la diversidad dentro y alrededor del cultivo con diferentes plantas que estimulen la variedad de organismos beneficiosos. La técnica de diversificación más importante es el empleo de coberturas vegetales entre las líneas de los cultivos.

El tema de las coberturas vegetales es muy discutible por ambas partes, sus firmes defensores y aquellos que nunca la llevarían a la práctica. Está claro que al introducir un cultivo nuevo entre líneas de otro cultivo principal, por ejemplo un viñedo, se producirá una competencia con las viñas, y a esto puede unirse una pérdida de producción, pero también puede resultar muy interesante conseguir un producto de mayor calidad debido a mejoras en el suelo, o puede aparecer una flora microbiana diferente que haga que el vino que se produzca con esas uvas tenga unas características sensoriales especiales.

Algunas veces pasan décadas y décadas y se evoluciona en muchos temas pero en otros casos se tiende a hacer las cosas como en el pasado, como en el caso de introducir coberturas entre líneas de cultivo,  aunque siempre se pueden añadir nuevas técnicas fruto de la I+D. En CARTIF trabajamos tanto en el campo de la viticultura y enología donde hemos hecho experiencias de siembra de coberturas vegetales de plantas aromáticas entre líneas de viñedo, como en el desarrollo de técnicas de bajo impacto ambiental y técnicas de agricultura ecológica.