Del Apolo 13 a los gemelos digitales de los edificios

Del Apolo 13 a los gemelos digitales de los edificios

«Houston, tenemos un problema»

Esta frase que ya forma parte de la historia, y que a la mayoría nos suena familiar aunque pertenezcamos a otra generación, se utilizó por los astronautas a bordo de la nave espacial Apolo13 después de que explosionara un tanque de oxígeno en la misma, dos días después de que comenzará su misión espacial de aterrizar en la luna, cuyo lanzamiento había tenido lugar el 11 de abril de 1970. Durante días, este acontecimiento fue mundialmente seguido por millones de personas para saber la suerte que les depararía a los 3 astronautas a bordo de la nave. Mientras tanto, desde la NASA se dedicaron a generar a contrarreloj una réplica digital mediante simuladores controlados por ordenador que replicarían las condiciones que se estaban produciendo en el espacio. Este modelo, que era fiel a la realidad, les permitía predecir el comportamiento que tendría la nave en el espacio para encontrar la solución más adecuada para poder traer de vuelta a la tripulación. Se podría decir que esta fue la primera aproximación hacia el concepto de gemelo digital.

Existen muchas definiciones diferentes del concepto de gemelo digital, o Digital Twin en su nombre en inglés, una de las primeras fue dada por Michael Grieves, experto en la gestión del ciclo de vida de los productos, cuya definición estaba centrada en la comparación virtual entre lo que se había producido con el diseño previo del producto, con el objetivo de mejorar los procesos de producción1. El campo de aplicación de los gemelos digitales es muy amplio, así como sus definiciones posibles, pero en términos generales podemos considerar que un gemelo digital es la representación digital de un activo físico, o de un proceso o sistema, del mundo físico real.

Los gemelos digitales se basan en la fidelidad de los mismos con la realidad, con el mundo físico, que nos permitan realizar predicciones futuras y optimizaciones en los mismos, donde se pretende que ambos ecosistemas, el del mundo físico y el ecosistema del gemelo digital (con la representación del mundo virtual), co-evolucionen entre sí, es decir, que se vean afectados el uno al otro y de un modo sincronizado. Esto es posible debido a que ambos modelos están conectados automáticamente de un modo bi-direccional. Cuando se produce solo la conexión automática de un modo uni-direccional, y que iría del modelo real existente en el mundo físico al modelo digital del mundo virtual, no podemos llamarlo como tal un gemelo digital, para estos casos recibiría el nombre de sombra digital. Un modelo digital por sí solo no podría considerarse un gemelo digital si no existe conexión automática entre el mundo físico y el virtual. El uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) junto con las técnicas de Inteligencia Artificial, entre ellas el aprendizaje automático o Machine Learning, permiten al gemelo digital aprender, predecir y simular comportamientos futuros para mejorar su operación.

Y todo esto del gemelo digital, ¿para qué?

El uso de los gemelos digitales se puede utilizar en numerosos campos, por ejemplo en las líneas de fabricación industrial, para mejorar los procesos de producción, o aspectos como su sostenibilidad energética y ambiental, campos en los que proyectos como ECOFACT están trabajando actualmente. Otro uso de los gemelos digitales se podría dar en las ciudades inteligentes o Smart Cities, gracias a lo cual se podría mejorar la gestión vial, la recogida de residuos, etc. A nivel edificio puede ser útil su aplicación tanto a nivel terciario (aquellos edificios dedicados al sector servicios) como puede ser un aeropuerto (donde se podría utilizar para predecir y gestionar más adecuadamente el edificio basándose en patrones de uso, asociados al tráfico aéreo programado) así como un edificio comercial o industrial, centrándonos en este caso en el edificio en sí, y no tanto en la línea de producción comentada anteriormente. A nivel residencial, el uso de gemelos digitales del edificio nos podrían ser también de gran utilidad, ya que podríamos predecir el comportamiento térmico del mismo, asociado a patrones de uso, para mejorar el acondicionamiento térmico del ambiente interior y minimizar el consumo de energía.

Desde CARTIF llevamos ya tiempo trabajando en la creación de modelos digitales de edificios basados en BIM (Building Information Modelling), con diferentes propósitos, como puede ser la mejora de la toma de decisiones a la hora de realizar proyectos de renovación profunda de edificios, con la finalidad de obtener la renovación más adecuada y conseguir una reducción de tiempo y coste en los mismos, con proyectos como OptEEmAL o BIM-SPEED. Estos modelos BIM, funcionarían como un facilitador para la integración de los sistemas estáticos (mundo físico) y dinámicos (mundo lógico proveniente de datos de redes IoT-Internet of Things) de un edificio, además de proporcionar el control en todas las fases del ciclo de vida de un edificio, desde su diseño, construcción, comisionado de sistemas, la fase de operación y mantenimiento, así como la posible demolición.

vinculación del mundo físico y digital a través de gemelo digital
Concepto de vinculación del mundo físico y digital a través de gemelos digitales basados en modelos BIM.

El reto que tenemos por delante en los próximos años, centrado en conseguir ciudades climáticamente neutras, que sean más sostenibles, funcionales y también inclusivas, hace que el uso de los gemelos digitales pueda ser de gran ayuda y vayan a ser cada día más utilizados y aplicados en estos ámbitos.


1https://theengineer.markallengroup.com/production/content/uploads/2014/12/Digital_Twin_White_Paper_Dr_Grieves.pdf

La posición española en la Misión de Ciudades Climáticas Neutras e Inteligentes

La posición española en la Misión de Ciudades Climáticas Neutras e Inteligentes

Como ya hemos comentado en anteriores blogs, el cambio climático y la degradación del medio ambiente son una amenaza existencial y uno de los retos principales a los que se está enfrentando Europa y el resto del mundo. Tomando acción y de forma pretendidamente ambiciosa, la Comisión Europea decidió a finales de 2019 lanzar el denominado Pacto Verde Europeo que busca transformar toda la Unión en una economía potente y competitiva, además de eficiente en el uso de recursos disponibles. El objetivo final del Pacto Verde es que seamos el primer continente neutro en emisiones de carbono en 2050. Es decir, los ciudadanos europeos debemos ser capaces de evitar emitir a la atmósfera, antes de 2050, todas las emisiones de gases de efecto invernadero que nuestro territorio no sea capaz de absorber.

Esta ambiciosa transición por la que todos los ciudadanos europeos debemos transitar, debe garantizar además que el crecimiento económico generado por estas actividades transformadoras no está asociado a un mayor uso de recursos. Esto significa cambiar el paradigma histórico de la evolución económica por el que etapas de un mayor crecimiento económico siempre han estado asociadas a un mayor uso de recursos energéticos y/o de materias primas. Además, se deben plantear soluciones que impliquen una transición justa, de manera que no haya personas ni lugares que se queden atrás en este proceso, favoreciendo por tanto al más débil o desfavoreciendo en el caso de que sea necesario.

En este entorno, de forma paralela a esta iniciativa global y como uno de los instrumentos más visibles por su carácter ejemplarizante aparece la Misión Europea de Ciudades Climáticamente Neutras e Inteligentes. Uno de los objetivos de esta plataforma creada por la propia Comisión Europea es que 100 ciudades europeas consigan alcanzar esta pretendida neutralidad climática 20 años antes que el resto y que estas actúen como centros de innovación y referencia para el resto de ciudades. La primera toma de contacto de las ciudades con la misión de ciudades fue mediante un compromiso voluntario, expresado en forma de Expresión de Interés que pretendía pulsar la motivación de las ciudades con ese compromiso tan ambicioso. El resultado no ha podido ser más esperanzador. La impresionante respuesta, movilizando a 377 ciudades que mostraron interés en participar en la iniciativa asegura al menos, la intención y compromiso de nuestras ciudades con este ambicioso reto. Centrados en España, el único requisito aplicable a nuestro país era que las ciudades candidatas contasen con más de 50.000 habitantes. En el proceso de selección, el único condicionante era contar al menos con una ciudad de cada estado miembro (27).

Fuente: cde.ugr.es

En España, como no podía ser de otra forma, no sólo la movilización ha sido extraordinaria, sino también los resultados. Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza han sido seleccionadas por la Comisión Europea entre las 112 ciudades seleccionadas (100 comunitarias y 12 procedentes de Estados asociados) que son ya parte de la iniciativa. Es decir, un 7% de las ciudades seleccionadas son españolas, y se apoyarán en el proyecto NetZeroCities (del que CARTIF forma parte entre otros socios españoles como UPM y Tecnalia). El primer paso de esta transformación consiste en el desarrollo del denominado Contrato Climático de Ciudades, un compromiso del Gobierno Municipal con la Comisión Europea y lo más importante, con su ciudadanía acompañado de un plan de acción y un plan financiero.

El reto para estas 7 ciudades no es sencillo. Tras un estudio de Material Economics, se considera que la transición hacia la neutralidad climática en 100 ciudades europeas tendría un coste total aproximado de 96.000 millones de euros. La misión de ciudades cuenta solo con 1.000 millones de euros para todo el programa. Es decir, entorno al 1% de los fondos serán aportados por la propia Misión.

Darle forma, mediante colaboración público-privada al casi 99% restante es un reto mayúsculo y para ello, las 7 ciudades españolas se han organizado en el autodenominado grupo espejo nacional de la misión de ciudades (CitiES 2030), en el que estas 7 ciudades además de Soria han firmado con el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico el compromiso de trabajar conjuntamente hacia la neutralidad climática… Por tanto, ahora toca dar forma a todas estas buenas intenciones en forma de compromisos de apoyo económico, alineando las iniciativas europeas, nacionales, regionales y locales de forma que se pueda poner a disposición de los ecosistemas locales de innovación los recursos necesarios para poder dar los primeros pasos de dicha transformación.

Necesitamos que las buenas intenciones se transformen en programa tangibles. Y lo necesitamos ya si queremos estar a la altura de los compromisos a los que nuestras ciudades se han comprometido. No las dejemos solas.

Quizá termines siendo dueño de una empresa de generación de electricidad

Quizá termines siendo dueño de una empresa de generación de electricidad

Pensabas que nunca iba a pasar, pero estás viendo cómo pasa. Tu mundo patas arriba a una velocidad inesperada. Los ecologistas nos anunciaban un mundo diferente acorde a sus creencias, pero resulta que al final van a ser los fríos escépticos de la hoja Excel los que lo van a hacer. La guerra en Ucrania ha provocado una crisis energética, y ya veremos si no será también alimentaria, que no solo nos trae precios muy altos de la energía, sino que también podría provocar carestías de gas, petróleo y sus derivados.

Estamos viendo que para resolver esta situación se está proponiendo apurar los recursos del subsuelo europeo, sobre todo el gas de esquisto, y aumentar la capacidad de generación basada en la fisión nuclear. Todas estas medidas podrían servir para aliviar la crisis energética, aunque no parece que a estas alturas esté dispuesto a desentenderse de las emisiones de gases de efecto invernadero y de sustancias contaminantes. Así que es probable que no veamos mucha ruptura hidráulica, seguramente sí veremos más reactores nucleares y, sobre todo, es posible que veamos un fortalecimiento de las políticas de eficiencia energética y generación renovable que la Unión Europea lleva tiempo promoviendo. Y no será por cuestiones ecologistas, sino simplemente para mantener un sistema económico que no nos devuelva al siglo XVIII.

El sol y su hijo, el viento, aumentarán su peso en el sistema eléctrico con más rapidez de la esperada si no se interrumpe el acceso a las materias primas necesarias para fabricar los generadores. El almacenamiento de energía puede que se desarrolle con intensidad y terminemos familiarizándonos con el hidrógeno como lo hicimos en el pasado con el butano. Pero seguramente a lo que más nos cueste acostumbrarnos sea a las nuevas figuras que surgirán en la gestión del sistema energético.

Las comunidades de energía son una de las novedades que ya van tomando forma en España. Aunque todavía no son frecuentes, ya hay varios ejemplos de agrupaciones de personas que se unen para generar y gestionar la energía que consumen. El abaratamiento de los paneles fotovoltaicos favorece su instalación en los tejados domésticos, con lo que se consigue que la generación y el consumo estén cercanos. La gestión de la energía se puede hacer desde la nube gracias a Internet y empresas especializadas pueden ofrecer este servicio a las comunidades. El hidrógeno y las baterías parecen llamados a ser el medio de almacenamiento de energía, aunque dependerá del coste y de la disponibilidad de las materias primas. El Internet de las cosas permitirá gestionar la flexibilidad de la demanda dentro de la comunidad. Parece que empieza a ser posible que un grupo más o menos grande de ciudadanos constituyan su propia compañía de generación de electricidad.

Pero para que estas empresas participativas, este capitalismo a escala humana, sean posibles hay que vencer algunos obstáculos. Y dejando de lado reticencias ante el cambio, el más importante es el coste de poner en marcha una de estas comunidades. Se están haciendo grandes esfuerzos para comprender las motivaciones1 de las personas para ponerlas en marcha2, pero puede que no se esté poniendo el mismo empeño en diseñar los modelos de negocio que harían que fueran económicamente viables.

Se nos pueden ocurrir algunos modelos de negocio para las comunidades de energía. Si la comunidad genera su propia energía y la reparte entre sus miembros, estos se ahorrarán al menos los peajes de transporte que se cobran en la factura convencional. Otro posible negocio sería la venta de los excedentes de energía, pero la normativa vigente impone limitaciones a la distancia a la que puede llegar a estar el comprador. La flexibilidad de la demanda también podría dar lugar a un modelo de negocio basado en proveer a la red de distribución de servicios auxiliares, pero esto no es sencillo. Si se intentara hacer a través de los mercados de balance la normativa impone valores mínimos de potencia que para muchas comunidades será difícil alcanzar. Además, hay que tener en cuenta que no se puede interaccionar con la red sin cumplir toda una serie de complejas normas técnicas. Se hace necesaria la figura de un agregador independiente, que ya se prevé en la normativa en vigor, pero que no se encuentra desarrollada en su totalidad y que tendría que encargarse de intermediar entre la comunidad y la red eléctrica. Estos problemas se podrían solucionar si existieran mercados locales de energía o mercados de flexibilidad, pero en España se encuentran en estado embrionario y todavía llevará un tiempo verlos en funcionamiento.

Pero, a pesar de estas carencias, el actual panorama de crisis energética junto con las directivas que llegan de la Unión Europea impulsarán el desarrollo de comunidades de energía. El problema será encontrar los recursos para hacerlo. Las administraciones y los fríos escépticos de las hojas Excel a los que se les ocurran modelos de negocio innovadores puede que tengan la última palabra.


1 https://socialres.eu/

2 LocalRES. https://www.cartif.es/localres/

La casa y la luna

La casa y la luna

De todos es sabido que la luna pasa por diferentes fases en función de su posición relativa entre la Tierra y el Sol. Gracias a ello las noches pueden ser un escaparate para ver los cielos estrellados o el entorno perfecto para que los licántropos puedan enfrentarse a los vampiros.

En la ciencia también hay fases, y cambio de fases, en lo relativo al estado en el que se encuentra la materia. Sin embargo, los cambios en este caso tienen que ver con la temperatura y el calor y no con los estados de la luna.

Las transiciones de estado, tienen una ventaja importante y es que se producen a temperatura constante, permitiendo que la materia pueda adquirir y ceder calor sin cambiar de temperatura y por lo tanto reduzcan el impacto sobre el ambiente que las rodea. Son cambios que, a diferencia de la transformación sufrida por David Naughton en «Hombre Americano en Londres» (película que consiguió el Oscar en 1981 al mejor maquillaje), no son visibles, pero sí que se perciben.

La aplicación de materiales de cambio de fase, en particular aquellos que tienen en el interior de las viviendas temperaturas de transición habituales entre los 18ºC-25ºC, pueden ser empleados como recubrimientos en los muros con los que poder conseguir un mayor confort al estabilizar la temperatura radiante interior. No es raro encontrar viviendas que por un mal aislamiento sean como los vampiros térmicos, que nos quitan el calor, disparando la factura energética.

Dentro del proyecto SUDOE-SUDOKET, cuyo objetivo es el desarrollo de tecnologías facilitadoras esenciales (KET) aplicadas a los edificios innovadores, se han estudiado materiales de cambio de fase disueltos en morteros para comprobar su efecto sobre las condiciones en el confort interior, así como el efecto sobre el consumo de climatización.

Los resultados del proyecto han llevado a conclusiones como que se consigue una mayor estabilización de las temperaturas interiores si se mejora la temperatura radiante y, además, una reducción en el consumo de los equipos de climatización, consiguiendo así un ahorro energético, funcionando como si se tratara de un anillo de ajos atados al cuello de nuestro sistema de climatización.

Al igual que nuestro satélite favorito pasa de nueva a llena, los cerramientos de nuestras viviendas evolucionarán a un futuro con un mayor control de la temperatura superficial e incluso con cerramientos adaptativos que cambien de fase en función de las condiciones exteriores.


Agradecimientos

El trabajo se ha realizado dentro del proyecto SUDOKET – Mapeo, consolidación y diseminación de las Key Enabling Technologies (KETs) para el sector de la construcción en el espacio SUDOE, ref: SOE2/P1/E0677 que está cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través del programa INTERREG SUDOE.

¿Saldremos de la caverna?

¿Saldremos de la caverna?

Las cavernas fueron nuestro primer hogar pero, ¿nos hemos parado a pensar cómo se sentían nuestros antepasados en las frías mañanas de invierno? ¿Y en los calurosos veranos? Quizá nos sorprendamos…

La humanidad ha tenido múltiples y diversos hogares. Desde los tipis de los indios americanos hasta los rascacielos que inundan hoy en día la ciudad de Nueva York. En la actualidad, los edificios representan el 40% de la energía consumida y el 36% de los gases de efecto invernadero. Muchos de ellos, además, datan de los años 70. Definitivamente, necesitamos un cambio si queremos atajar el cambio climático.

En el Paleolítico, las primeras viviendas, en forma de cabañas hechas de pieles de animales y troncos, protegían a nuestros antecesores del frío y viento. Durante el Neolítico, las construcciones de poblados con casas de adobe otorgaban a nuestros antiguos pobladores de condiciones de habitabilidad. Y todo ello sin consumir ni un solo kilovatio hora y empleando los recursos que la naturaleza les ofrecía para obtener ciertas condiciones de confort.

Si miramos la evolución de las edificaciones a lo largo de la historia, ésta nos indica que las casas de adobe dejaron espacio a las viviendas del antiguo Egipto, fabricadas a base de paja y madera. Por su parte, la Antigua Roma introdujo el hormigón y la piedra, así como tecnologías como el arco de medio punto, la arcada, la bóveda y la cúpula. Dando un salto hasta el Renacimiento, esta época supuso una ruptura arquitectónica, incluyendo materiales como el mármol, estuco y azulejos. Hasta la evolución hacia el ladrillo que componen la mayor parte de la edificación existente. Pero, a pesar de la evolución en el empleo de materiales… ¿realmente estamos mejorando nuestras condiciones de confort y la eficiencia energética de los edificios?

La respuesta a día de hoy es que necesitamos edificios más eficientes y más inteligentes, pero, ¿ qué nos impide cambiar nuestra forma de utilizar los edificios? Platón, en su mito de la caverna, nos indica que es la falta de conocimiento lo que nos oculta la realidad. Extrapolado a la actualidad, la carencia de información útil y valiosa nos limita a la hora de tomar decisiones más objetivas, desde el conocimiento y reduciendo la subjetividad.

Para dar respuesta a la pregunta de cómo mejoramos el conocimiento de los edificios; entra en juego el concepto de edificios inteligentes. Según la Comisión Europea, un edificio inteligente es aquel que está conectado, es capaz de interactuar con los sistemas que le rodea, incluidos los usuarios, y puede gestionarse de manera remota. Es decir, tiene que comportarse de manera interactiva tanto con los sistemas energéticos del edificio como con otros edificios e inclusive los propios usuarios. Además, cambia su comportamiento de reactivo a pro-activo para hacer un uso eficiente y efectivo de sus propios recursos.

Los principales habilitadores de los edificios inteligentes son las nuevas tecnologías. En primer lugar, el IoT (Internet of Things o Internet de las cosas) que, en pocas palabras, se define como la conectividad a través de la Internet de elementos comunes como electrodomésticos, coches, teléfonos móviles, etc. Esta tecnología es la que permite convertir un edificio tradicional en un edificio conectado, capaz de proveer de datos gracias a los sensores IoT. En segundo lugar, la Inteligencia Artificial, que utiliza los datos para extraer el conocimiento; el mismo conocimiento que, siguiendo el mito de Platón, nos guiará hacia la salida de la caverna. La Inteligencia Artificial es una técnica capaz de aprender de los datos, extraer patrones de comportamiento y predecir situaciones futuras. Consiguiendo así, anticiparse a acontecimientos y permitir la actuación del edificio de manera pro-activa. En otras palabras, se está acercando el razonamiento humano a los edificios, pero tomando decisiones en base a información objetiva.

Desde CARTIF, llevamos años trabajando en la línea de investigación para la transformación de los edificios actuales en más inteligentes, más confortables y amigos del medio ambiente. Proyectos como BRESAER son un claro ejemplo de dicha transformación. En este proyecto, se ha desarrollado un sistema de toma de decisiones basado en Inteligencia Artificial. Dicha solución permite que el edificio pueda determinar con una hora de antelación las necesidades energéticas para cumplir con las condiciones de confort y elegir las fuentes disponibles para calefactar o refrigerar el edificio.

Todo esto sin olvidarnos que los edificios son para nosotros y, por tanto, los usuarios debemos ser los protagonistas. Los consumidores deben estar mejor informados del comportamiento del edificio, así como éste debe adaptarse a las preferencias del habitante. Por ejemplo, termostatos inteligentes que aprenden nuestros hábitos para asegurar una temperatura agradable sin necesidad de configurarlo. O incluso, detectar cuándo nos vamos para apagarse y dejar de consumir gas o electricidad, cobrando aún más sentido con los precios actuales. El ejemplo de esta tecnología se enmarca en el proyecto COMFOStat.

En conclusión, los edificios inteligentes representan la perfecta solución que combina las mejores condiciones de vida actuales con la reducida emisión de gases de la antigüedad. Los datos y la Inteligencia Artificial generan el conocimiento necesario que nos habrá guiado hacia la salida de la caverna. Si aun así no encuentras el camino, nuestra puerta siempre estará abierta para ayudarte.


Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia.

Sócrates
Planes de movilidad sostenible: ahora o nunca

Planes de movilidad sostenible: ahora o nunca

Es ya un hecho que el momento actual y las próximas décadas son y serán claves en la evolución de la sociedad y del estado de la Tierra, determinando si esta es o no capaz de soportar la gran carga que supone la población humana. A día de hoy, los indicadores son más que preocupantes, y continúan empeorando constantemente.

Ante estos cambios, resulta indispensable la creación de políticas orientadas a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), fijando unos objetivos claros desde este momento hasta 2050. En este ámbito, la ruta establecida por el Gobierno de España en la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo (ELP 2050) permitirá reducir un 90% las GEI a 2050 con respecto a 1990, teniendo en cuenta que es de esperar que el 10% restante sea absorbido por los sumideros de carbono.

planes de movilidad sostenible

Dentro de todos los objetivos definidos para lograr la mencionada descarbonización, la movilidad juega un papel clave, por lo que se hace totalmente imprescindible aunar fuerzas e impulsar cambios en lo que a movilidad se refiere. A pesar de depender, a día de hoy y en gran medida, de los combustibles fósiles, la movilidad sostenible pasa por fomentar la utilización de vehículos eléctricos y transportes y combustibles alternativos, así como por intentar reconducir en cierto modo las costumbres de los ciudadanos en lo relativo a los desplazamientos.

El número de desplazamientos en un día medio laborable superaron los 123 millones en 2007, según la encuesta de movilidad de las personas residentes en España 2006-07 de Movilia. Aproximadamente un 83% de la población realiza al menos un desplazamiento en día laborable y, de estos, más de un 16% (20,3 millones) correspondieron a viajes de ida al trabajo, teniendo que añadir en este caso también el viaje de vuelta. Así pues, y tomando como base el estudio Movilia mencionado anteriormente (estos datos, por tanto, no tienen en cuenta los efectos de las crisis económicas posteriores a la realización del estudio, ni por supuesto de la pandemia), el número de desplazamientos in itinere nacionales en un día medio laborable era en 2006-07 de unos 37 millones sobre el total de 123 millones (casi una tercera parte), realizándose aproximadamente un 63% de los mismos en vehículo privado, como indica el proyecto E-Cosmos.

A tenor de los datos anteriores, puede deducirse que la movilidad de los trabajadores/as tiene, en España, un peso muy elevado sobre el conjunto de la movilidad colectiva, según datos del Observatorio del Transporte y la Logística en España, lo cual tiene como consecuencia un elevado impacto ambiental, social y económico derivados en gran medida de los desplazamientos realizados en medios de transporte ineficientes y contaminantes, como es el automóvil privado.

Por otra parte, desplazarse en automóvil privado para ir y volver del trabajo (o durante la jornada laboral) es un factor de riesgo para la salud, dado que los accidentes de tráfico se han convertido en la primera causa de muerte por accidente laboral en España. De hecho, en España, los accidentes laborales de tráfico (in itinere + durante la jornada laboral) constituyeron un 11,6% del total de accidentes de trabajo con baja, según el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Gobierno de España. El tiempo de descanso que se pierde para evitar los atascos diarios, habituales en las grandes ciudades, soportar el estrés que conlleva la conducción en horas punta o conducir con la preocupación de llegar tarde al trabajo o no poder estacionar el vehículo incrementan el riesgo de accidente al volante.

Para solucionar toda esta problemática se hace enormemente necesario establecer una muy buena colaboración entre las empresas, las entidades públicas y los proveedores de servicios de movilidad. La constitución de vías de colaboración entre todas estas entidades hará posible la generación de planes de movilidad sostenible para el personal reales y efectivos, que tengan en cuenta las necesidades de sus plantillas y que además deriven en actuaciones reales y provechosas que hagan posible una drástica reducción de los desplazamientos en vehículo privado.

Dada la enorme necesidad que en este momento existe respecto a la consecución de una movilidad cada vez más sostenible, desde el centro tecnológico CARTIF colaboramos con diversas entidades con un objetivo común: desarrollar planes de movilidad sostenible. En este ámbito, trabajamos muy activamente con varias empresas con el principal objetivo de lograr hacer más sostenibles los desplazamientos in itinere de sus empleados, trabajando para ello conjuntamente con todos los agentes implicados.

Es responsabilidad de todos intentar dar el salto y contribuir activamente a la descarbonización del planeta, así que… luchemos todos juntos para intentar que las nuevas generaciones puedan desarrollarse en las mismas (o incluso mejores) condiciones que lo hicimos nosotros desde el punto de vista medioambiental.

CARTIF posee el conocimiento para acompañar a las entidades que lo deseen en el camino a la descarbonización del planeta, no solo en lo relativo a planes de movilidad sostenible, sino también en relación a otras muchas medidas que pueden tomarse al respecto. Es ahora o nunca…