Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por la ONU dentro de la Agenda 2030, es garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
Para el año 2050 se espera que al menos un 25% de la población mundial viva en países afectados por la escasez crónica de agua dulce, por lo que este objetivo debe tomarse como un reto, responsabilidad de toda la sociedad y afrontarlo desde diferentes aspectos.
En un mundo en crecimiento constante, la demanda de agua va en aumento y, en consecuencia, la contaminación por su uso. En la mayoría de los países, más del 80% de las aguas residuales se vierten directamente a otros flujos de agua sin ningún tratamiento previo. Esto tiene consecuencias en la salud humana, la productividad económica, la calidad de los recursos de agua dulce ambiental y los ecosistemas (según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2017).
La gestión eficaz del agua se plantea como una herramienta esencial para alcanzar este objetivo, y la implicación de todos los agentes afectados es esencial para conseguir un agua sin contaminantes y accesible a todos. En este sentido, el tratamiento de las aguas residuales se plantea como una solución clave dentro de la gestión del agua, cuyo resultado puede tener grandes beneficios para la sociedad.
Una opción sostenible en el tratamiento de las aguas residuales, sobre todo en pequeñas poblaciones, es la utilización de humedales artificiales, sistemas naturales en los que la depuración de las aguas residuales se consigue mediante procesos químicos, físicos y biológicos que se desarrollan en el ecosistema suelo-agua.
Los humedales artificiales son sistemas diseñados y construidos para el crecimiento de plantas que, dispuestas en lagunas, tanques o canales poco profundos, facilitan la creación de un ecosistema propio encargado de la depuración de los contaminantes presentes
Estos sistemas de depuración se reconocen como artificiales ya que implican su diseño y construcción de manera controlada. En ellos se reproducen los mecanismos que ocurren de manera natural, pero en este caso el humedal se encuentra impermeabilizado para evitar pérdidas de las aguas residuales al subsuelo, el sustrato y las plantas presentes se seleccionan en función de la zona de ubicación y sus características climatológicas. Las especies vegetales presentes en este sistema de depuración han de ser tolerantes a la alta concentración de contaminantes y capaces de asimilarlos.
El agua a tratar pasa a través del humedal durante un tiempo determinado y allí la actividad bioquímica de los microorganismos, el aporte de oxígeno procedente de las plantas y la interacción con el material de soporte, (que funciona como soporte tanto para los microorganismos como para el componente vegetal, y como material filtrante) llevan a cabo la depuración y eliminación de contaminantes de las aguas tratadas.
Las especies vegetales utilizadas en estos filtros verdes, suelen ser en su mayoría macrofitas emergentes, como carrizos (Phragmites australis), juncos, (Scirpus lacustris), espadañas (Typha spp) y lirios, pero también plantas flotantes como la lenteja de agua (Lemna spp) o el jacinto de agua. También pueden utilizarse plantas sumergidas. La elección de las especies vendrá determinada por su adaptación al clima y condiciones locales de ubicación del humedal.
La importancia de la utilización de estos humedales radica, por un lado, en el bajo coste que supone su instalación y, por otro, un reducido coste de energía. Esto los hace muy útiles en pequeñas poblaciones, en los que la depuración de aguas residuales no se realiza debido a la falta de inversión en infraestructuras. Además, estos sistemas contribuyen a preservar ecosistemas que proporcionan condiciones para el desarrollo y preservación de la vida silvestre, acogiendo especies que en ocasiones han perdido o han visto deteriorado su hábitat original.
Actualmente, CARTIF participa en el proyecto Poctep Aquamundam en el cual, entre otras cosas, se pretende restaurar y optimizar un humedal en la localidad de Flores de Ávila (Castilla y León), para poder reutilizar el agua procedente de la depuradora de este pequeño municipio (para riego por ejemplo) y devolver el agua residual al río Trabancos con una calidad suficiente como para no alterar el ecosistema autóctono. Para comprobar la efectividad de este sistema de depuración, se estudiará la población de un pequeño pez, la bermejuela, natural de este río y que actualmente se ve sometida a estrés por las condiciones extremas en las que se encuentra el caudal del río en los últimos años.