Parece que la transformación digital se haya convertido en la tabla de salvación de sectores administrativos, educativos y empresariales ante la grave situación sanitaria y económica que estamos atravesando. La urgencia para adaptar actividades más tradicionales al mundo digital ha puesto de manifiesto la existencia de numerosas brechas y carencias que actualmente se están tratando de solventar mediante la incorporación de herramientas y medios tecnológicos.

Pero, ¿estamos preparados como sociedad para dar este paso? El problema es que una actividad no se digitaliza de la noche a la mañana. La digitalización es un camino evolutivo que no sólo consiste en implantar tecnología y hacer uso de ella, sino que requiere un cambio cultural que tiene que centrarse en las personas y que se debe trabajar desde la base.

Si realizamos una búsqueda en Google introduciendo las palabras “educación” y “digitalización” todos los resultados nos hablan de “digitalización de la educación”, “transformación digital de la educación”, “digitalización en las aulas”. A poco que naveguemos por alguno de ellos observaremos que, en el ámbito educativo, todos los esfuerzos se están centrando en la dotación de herramientas.

La prueba más clara de ello, es que en junio de este año 2020 el Gobierno de España aprobó el Programa Educa en Digital, cuyo objetivo era impulsar la transformación tecnológica de la educación, nada que ver con el título del mismo, porque con un presupuesto de 260 millones de euros la principal finalidad ha sido la compra de dispositivos electrónicos.

Un enfoque completamente diferente se propone, ahora sí, en el Plan de Acción de Educación Digital (2021-2027) de la Unión Europea, con dos prioridades estratégicas:

  1. Impulsar el desarrollo de un ecosistema educativo digital de alto rendimiento.
  2. Perfeccionar competencias y capacidades digitales para la transformación digital.

La primera prioridad trata, no solo de dotar de infraestructuras, conectividad y equipos digitales, sino también de formar a los profesores y al personal educativo en competencias y confianza digitales.

La segunda prioridad se centra en objetivos tales como la alfabetización digital, la educación informática, el conocimiento y comprensión de las tecnologías existentes, y el uso eficaz y responsable de los medios digitales, todo ello orientado a la preparación y capacitación en competencias digitales desde edades tempranas y a la generación de especialistas digitales en edades más avanzadas.

Son muchos los problemas que demuestran la necesidad de sustituir el enfoque actual, que sólo se centra en la provisión de medios tecnológicos, por aquel que propone la incorporación de la digitalización como uno de los objetivos prioritarios del modelo educativo actual, y que plantea la UE para los próximos años.

Según la encuesta EU Kids Online realizada entre octubre y diciembre de 2018 sobre actividades, mediación, oportunidades y riesgos online de los menores en edades comprendidas entre los 9 y los 17 años:

  • Más del 32% de los menores ve contenidos inapropiados y dañinos en Internet.
  • El 33% ha experimentado alguna forma de acoso.
  • El 26% ha recibido mensajes sexuales.
  • El 40% ha contactado en línea con desconocidos.
  • El 19% ha quedado en persona con un contacto de Internet.

Un estudio publicado en la revista científica Journal of the American Medical Association (JAMA) muestra una asociación estadística significativa en el aumento de casos del 4,6% al 11% de estudiantes adolescentes que presentan trastorno por déficit de atención e hiperactividad causado por la hiperconectividad y la exposición a medios digitales.

Estas cifras son sin duda el reflejo de una deficiente, inadecuada o inexistente educación en digitalización de nuestros niños y jóvenes que, en edades tempranas y durante toda su vida, hacen un uso cada vez más intensivo de los diferentes dispositivos, apps, redes sociales, etc. sin recibir, de forma normalizada, información y nociones básicas de acceso, buenas prácticas, recomendaciones y riesgos existentes.

Otro dato que da fe de la deficiente o inexistente educación en digitalización es que sólo el 35 % de las personas que estudian carreras científico-tecnológicas son mujeres, según datos de la UNESCO (Descifrar el código: La educación de las niñas y las mujeres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM). UNESCO, 2019),  lo que demuestra que la brecha de género es una realidad en un mundo en el que la tecnología transforma nuestra manera de aprender, vivir y trabajar.

Sin duda alguna, la incorporación de un plan de estudios sobre educación en digitalización, en las diferentes etapas educativas, ayudaría a cerrar la brecha de genero existente. El cambio de modelo en la formación profesional y universitaria debería fomentar el desarrollo en nuestros jóvenes de capacidades digitales avanzadas para generar más especialistas como resultado de la apuesta por estudios y carretas digitales.

Un dato más que demuestra la falta de preparación de nuestra sociedad al mundo de la digitalización es que, según la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI), el 93% de las brechas de seguridad se corresponden con ataques de ingeniería social. Este tipo de ataques se basan en el principio de que “el usuario es el eslabón más débil”; en Wikipedia se definen como “ataques basados en engañar a un usuario para poder acceder a su información”. Y tienen tanto éxito porque nadie nos ha concienciado de los peligros que acompañan al mundo digital ni nos han preparado para conocer las medidas que debemos tomar con el fin de detectarlos y protegernos.

En definitiva, la ausencia de planes educativos en digitalización lastra la preparación y adaptación de nuestros jóvenes a una sociedad que demanda y necesita que sus empresas y negocios incluyan la digitalización como algo innato y no como una herramienta que se introduce a la “fuerza” y, en ocasiones, como un cambio traumático y una amenaza.

Según Nelson Mandela, “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”; pero actualmente sólo estamos utilizando la tecnología para llevar a cabo ese cambio.

La regulación e inclusión de materiales, recursos y contenidos sobre la digitalización en el currículo educativo de las diferentes etapas escolares (infantil, primaria, secundaria) y pre-laborales (Formación Profesional y Universidad) ayudaría a preparar y a capacitar a la sociedad del futuro. No nos engañemos, si las generaciones de “nativos digitales” no reciben una educación adecuada en este sentido, arrastrarán y heredarán muchos de los problemas actuales y sufrirán otros distintos que surgirán aprovechando la deficiente preparación de estas nuevas generaciones.

Mientras tanto, las empresas y negocios actuales que tratan de modernizarse deben usar el mismo principio, y añadir a sus prioridades tecnológicas la concienciación, educación y capacitación de sus empleados y mandos, lo que sin duda propiciará un cambio cultural y la revisión de sus procesos productivos y modelos de negocio; todo ello para aumentar las probabilidades de éxito del proyecto de transformación, que ayudará a las empresas a responder a una sociedad y a una economía cada vez más digitalizada.

Jose Antonio Muñoz Andrés
Share This